Beatriz Lumbreras experimenta la actividad artística como un estado de conciencia muy singular. Confía en el poder del arte y del lenguaje pictórico para desarrollar una lectura de lo que percibimos poéticamente abierta y alejada de lo unívoco. Su obra se ve influenciada por las tradiciones místicas, en concreto por el significado que otorgan al concepto de imaginación, entendida como el medio de percepción de lo invisible que facilita la experiencia interior. En este sentido utiliza la abstracción pictórica como un desafío estético a la racionalidad. Como un instrumento que trasciende nuestras limitaciones de comprensión de lo percibido y que posibilita la experiencia espiritual. Un paisaje virgen de contenido narrativo donde se elimina lo inesencial o todo lo que se encuentra sujeto a las circunstancias, condiciones y conceptos.
En sus cuadros se manifiesta un estado de energía que todavía no toma forma reconocible. Una realidad que no viene dada, que fluye y trasciende lo percibido, buscando un equilibrio dentro de la incertidumbre. Con trazos dinámicos, fuertes y exentos de literalidad lucha por disipar los límites en aras de alcanzar la fluidez de la forma.